En el epicentro de Italia, los arqueólogos han descubierto un invaluable testimonio de la historia etrusca. Bajo el barro y el agua se ocultaban ofrendas a los dioses de esta antigua civilización, revelando un mundo olvidado repleto de fascinantes artefactos. Dicho hallazgo ha desenterrado impresionantes estatuas de bronce, joyas de oro y gemas preciosas, desatando preguntas sobre las razones detrás de su ocultamiento y su significado en la comprensión de nuestra historia. Liderado por Jacopo Tabolli, un equipo de arqueólogos ha trabajado en un santuario etrusco-romano desde 2019, captando la atención mundial durante su última campaña en 2024 al desenterrar estatuas de bronce en San Casciano dei Bagni.
Entre los objetos más destacados, se incluye una serpiente de bronce de casi un metro, miles de monedas de eras republicanas e imperiales, joyas en ámbar y coronas de oro. Estos artefactos no solo demuestran la riqueza simbólica de la cultura etrusca, sino que también proporcionan pistas valiosas sobre los rituales y prácticas religiosas de la región. El descubrimiento ofrece una ventana hacia los rituales cotidianos y el sistema económico vigente, con más de 10 mil monedas apiladas e intrigantes hallazgos como huevos de gallina aún con yema, sugiriendo ofrendas agrícolas. Este tesoro resalta la intrínseca relación de los etruscos con la naturaleza, evidenciada por inscripciones y figuras simbólicas que demuestran que Bagno Grande no era sólo un lugar de culto, sino también un centro de intercambio cultural entre etruscos y romanos. Este descubrimiento nos recuerda la importancia del pasado y las lecciones que la tierra aún guarda por revelar.
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