Claudia Sheinbaum, presidenta electa de México, es conocida por su dedicación y compromiso ético en la gestión pública. Pepe Merino, su colaborador cercano, relata cómo durante la segunda ola de la pandemia de COVID-19 en 2020, Sheinbaum lideró personalmente las operaciones desde el centro de vigilancia de la capital, contestando llamadas y organizando recursos de emergencia sin presentarse como la jefa de Gobierno. Este comportamiento muestra su enfoque práctico y incansable, trabajando largas horas y manejando cada tarea con rigor. Sus colegas destacan su capacidad para tomar decisiones informadas y debatir con respeto, la describen como perfeccionista y ética, lo que motiva a su equipo a seguirla con convicción.
Sheinbaum, con 62 años y una sólida formación científica y ecologista, será la primera mujer en gobernar México. Con una infancia marcada por el activismo político de izquierda y una destacada carrera académica, su liderazgo se caracteriza por la dualidad de una autoridad seria pero maternal, que equilibra la firmeza en la toma de decisiones con la calidez humana. A pesar de enfrentar críticas por ser percibida como fría o subordinada a Andrés Manuel López Obrador, sus allegados afirman que su legitimidad y respeto se los ha ganado por su arduo trabajo y claridad moral. Su determinación y enfoque analítico son vistos como atributos que la diferencian y que le han permitido navegar con éxito la política mexicana.
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