En las últimas semanas, ha emergido una nueva variante de un antiguo fraude en línea conocido como «sextorsión», que ha dejado a muchas personas inquietas y alarmadas. Esto ocurre cuando los estafadores envían correos electrónicos amenazantes en los que afirman haber comprometido la seguridad del dispositivo del destinatario y sostienen que poseen información comprometida, como videos o imágenes de carácter sexual, que se enviarán a sus contactos a menos que se pague un rescate.
Los correos suelen comenzar de manera aterradora, incluyendo el nombre completo del destinatario, su dirección y, en algunos casos, fotografías de su hogar. Ante el pánico, muchas personas se apresuran a buscar información sobre cómo afrontar esta situación angustiante. Sin embargo, es fundamental mantener la calma. A pesar de lo que el correo sugiere, es muy poco probable que hayas sido víctima de un hackeo real. Este tipo de estafa se basa en información pública o datos obtenidos de filtraciones anteriores, no en la intrusión directa en dispositivos o cuentas personales.
La respuesta inicial y más crítica a este tipo de amenazas es muy clara: no pagar el rescate. Aquellos que caen en la trampa no solo pierden dinero, sino que también alimentan a los estafadores, lo que les incita a continuar con sus actividades delictivas. Ignorar tales correos es la estrategia más eficaz, ya que los estafadores a menudo envían miles de mensajes con la esperanza de que unos pocos respondan por temor o ansiedad.
Otra inquietud común entre los destinatarios es cómo los estafadores obtuvieron su información personal. Los estafadores no están afuera tomando fotos de casa; más bien, han accedido a datos filtrados de violaciones de seguridad, que en ocasiones incluyen listas de nombres, direcciones y correos electrónicos. Esta exposición de datos es una preocupación creciente en la era digital, y protegerse contra el robo de identidad utilizando servicios de congelación de crédito y cambiando contraseñas de cuentas afectadas es vital.
Además, se desaconseja responder a estos correos. La mejor razón para no hacerlo es que cualquier interacción puede promover una conversación que haga el fraude más sofisticado, aumentando la presión para el pago. El hecho de que los estafadores usen tácticas como esta no es más que un intento de manipulación emocional.
Para aquellos que se encuentran atrapados en esta situación, se recomienda seguir algunas prácticas básicas de seguridad, como utilizar un gestor de contraseñas y habilitar la autenticación de dos factores en cuentas en línea cuando sea posible. Cubrir la cámara de la computadora es una acción sencilla que puede ofrecer un sentido de seguridad adicional. Ignorar las amenazas vacías de los estafadores y mantener una higiene de seguridad efectiva es la mejor forma de protegerse y mitigar el impacto de este tipo de fraudes.
En resumen, la proliferación de estas estafas resalta la necesidad de una legislación más robusta en materia de privacidad de datos. La situación actual pone de manifiesto la vulnerabilidad de la información personal en la era de la tecnología, y se hace evidente que la solución no recae únicamente en los consumidores, sino también en los reguladores.
