A menos de un mes de haber asumido el cargo, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se enfrenta a una serie de desafíos marcados por la violencia creciente en el país. El pasado sábado, un ataque armado en el bar Los Cantaritos, ubicado en el centro histórico de Querétaro, dejó un saldo trágico de diez personas muertas y trece heridas. El incidente, atribuido a disputas entre grupos delictivos, ha intensificado la presión sobre el nuevo gobierno para abordar efectivamente la inseguridad que afecta a diversas regiones de la nación.
En otro episodio preocupante, las autoridades de Sinaloa cancelaron la realización de la tradicional Feria Ganadera, que estaba programada para el 14 de noviembre, debido a la feroz guerra entre cárteles en la zona. Pese a los planes de reforzar la seguridad durante el evento, los riesgos asociados con la violencia organizada hicieron que las medidas resultaran insuficientes para garantizar la integridad de los asistentes. Estos eventos recientes subrayan el complicado panorama de seguridad que enfrenta la administración de Sheinbaum, quien deberá encontrar soluciones efectivas para frenar la ola de violencia que mantiene en vilo al país.
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