En una decisión histórica, se ha despenalizado la eutanasia en casos específicos en los que los pacientes sean mayores de edad, con plena capacidad psíquica, y se encuentren en la fase terminal de enfermedades incurables e irreversibles, o sufran de un dolor insoportable a causa de estas. Este cambio legal representa un avance significativo en los derechos de los pacientes, quienes ahora podrán tomar decisiones más autónomas sobre el final de sus vidas, una medida que había sido objeto de intensos debates éticos, legales y sociales durante años.
La despenalización ha sido recibida con variadas reacciones a nivel internacional. Grupos defensores de derechos humanos y de la dignidad en el morir han celebrado la medida como un paso hacia adelante en el respeto a la autodeterminación de los pacientes. Sin embargo, sectores religiosos y algunos profesionales de la salud expresaron su preocupación sobre las implicaciones éticas y los posibles riesgos de abuso. La ley establece estrictos controles y procedimientos para que la eutanasia pueda llevarse a cabo, buscando garantizar que la decisión sea informada, voluntaria y libre de presiones externas. Esta decisión coloca al país en línea con otras naciones que han adoptado legislaciones similares, marcando un antes y un después en el tratamiento de los derechos de los pacientes terminales.
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