La vuelta del magnate republicano a la Casa Blanca marca un nuevo capítulo en la política internacional, donde el control de los recursos económicos se convierte en el epicentro de las estrategias globales. En América, los países con economías emergentes se enfrentan al desafío de ajustar sus políticas comerciales para no quedar rezagados ante las nuevas tácticas proteccionistas que se vislumbran desde Washington. En particular, México y Canadá deberán renegociar acuerdos para preservar sus intereses en el T-MEC, mientras América del Sur estudia alianzas estratégicas para contrarrestar influencias externas y fortalecer su integración económica.
En Europa, los socios de la Unión Europea preparan una estrategia común para lidiar con un probable cambio en las relaciones transatlánticas, especialmente en términos comerciales y de defensa. La incertidumbre se manifiesta también en Asia, donde potencias como China e India podrían aprovechar el nuevo escenario para expandir su influencia económica en regiones tradicionalmente dominadas por Occidente. África y el Medio Oriente no quedan exentos; las naciones ricas en recursos naturales podrían convertirse en el foco de una renovada competición geopolítica que busca acaparar y asegurar suministros clave para las economías más hambrientas de poder.
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