En la actualidad, los medios de comunicación enfrentan desafíos significativos, que incluyen la necesidad de recurrir a instituciones buscando apoyo financiero, a menudo a expensas de su integridad y profesionalismo. Un caso ilustrativo es la relación conflictiva entre el Real Mallorca y la prensa local. Recientemente, el club isleño utilizó la imagen de Steve Kerr, accionista y reconocido entrenador de baloncesto, en un intento de deslumbrar a la audiencia. Sin embargo, los periodistas mallorquines sufrieron un trato despectivo, recibiendo una entrevista ya redactada en lugar de poder interactuar directamente con Kerr, privilegio reservado solo para medios de alcance nacional. Este incidente subraya una estrategia más amplia de ACQ Legacy Partners, nuevos propietarios estadounidenses del club, para desplazar elementos locales, lo que únicamente aumenta la desconexión con la comunidad que sostienen.
La falta de respeto hacia la prensa local pone de manifiesto la necesidad de desenmascarar tácticas que priorizan intereses particulares sobre la verdad y el buen periodismo. Esta situación, similar a la manipulación política, usa a los aficionados como excusa para encubrir movimientos internos cuestionables dentro del Real Mallorca. El desprecio hacia la prensa local no solo afecta a los periodistas que, sin muchos recursos, cubren incansablemente la actualidad del club, sino que también priva a los aficionados de una cobertura auténtica y cercana. Este conflicto refleja una erosión continua de la transparencia y la honestidad en los medios deportivos, diluyendo la conexión entre el club y su público, una relación que originalmente se alimentaba de una narrativa local genuina.
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