Después de dos décadas en el poder, la revolución indígena en Bolivia, liderada por Evo Morales, enfrenta su posible declive. Morales, refugiado y apartado del poder, ha acusado a su sucesor, el actual presidente Luis Arce, de preparar un fraude para mantenerse en la presidencia. Este conflicto interno refleja tensiones crecientes dentro del partido gobernante y una posible desilusión entre sus seguidores, que ven cómo las promesas de la revolución se desvanecen ante las acusaciones cruzadas. La situación política en Bolivia se ha tornado volátil, generando incertidumbre sobre el futuro del liderazgo indígena que alguna vez prometió cambios estructurales profundos en el país.
Luis Arce, quien asumió la presidencia en 2020, enfrenta el desafío de mantener la cohesión interna mientras lidia con las acusaciones de su predecesor. Las divisiones dentro del Movimiento al Socialismo (MAS) podrían socavar su capacidad para gobernar eficazmente y erosionar el soporte popular que permitió a Morales permanecer en el poder durante tanto tiempo. Se avecinan elecciones cruciales, y el clima de sospecha y desconfianza podría influir decisivamente en los resultados, marcando el fin de una era política que dejó una huella significativa en la historia de Bolivia.
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