En pleno esfuerzo por frenar el tráfico ilegal de vida silvestre en Tanzania, las ratas gigantes, como Betty, han emergido como nuevas aliadas. Con su olfato excepcional, estos roedores han sido entrenados para identificar especies amenazadas como el pangolín y el marfil, enfrentando un contexto donde la tala ilegal y la caza furtiva son devastadoras para la biodiversidad local. Según un estudio publicado en la revista Frontiers in Conservation Science, equipos liderados por la Fundación Okeanos y la organización belga APOPO, han capacitado a ratas para distinguir con precisión olores de animales y flora en riesgo, una tarea hasta ahora desafiante para las herramientas tecnológicas existentes. Estas ratas ofrecen una alternativa más económica y eficiente comparada con el entrenamiento de perros, ya que no solo son más fáciles de trasladar, sino también cuentan con una vida útil significativa de aproximadamente nueve años.
Actualmente, las estrategias de las autoridades para combatir el tráfico ilícito, que se estima genera entre 7.000 y 23.000 millones de dólares anuales, son consideradas lentas y costosas. Francia apuesta ahora por una solución que combina la agilidad de las ratas con tecnología innovadora. Este proyecto plantea equipar a los roedores con chalecos especiales y mecanismos de comunicación que permitan a las ratas alertar a sus cuidadores sobre hallazgos sospechosos en puertos internacionales, donde se concentra gran parte del comercio ilegal. A pesar de los avances, el informe señala que se requieren más investigaciones para evaluar la implementación efectiva de este método. Entre tanto, las campañas de sensibilización ciudadana, como la promovida por WWF, buscan reducir la demanda de productos derivados del tráfico de especies, reforzando la importancia de la educación y el conocimiento en esta lucha.
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