Cada año, el ahogamiento cobra la vida de alrededor de 30 niños, superando a la siniestralidad vial entre menores de 14 años en España. Esta preocupante estadística plantea interrogantes sobre la eficacia de las medidas preventivas y el nivel de concienciación en torno a estos trágicos incidentes. Expertos destacan la necesidad de implementar estrategias efectivas de prevención, que incluyen la supervisión constante de adultos, la enseñanza de técnicas de natación desde temprana edad y la instalación de barreras de seguridad en piscinas. Sin embargo, un aspecto crucial que sigue siendo ignorado es la educación masiva sobre cómo reaccionar ante situaciones de emergencia para evitar desenlaces fatales.
La falta de conocimiento adecuado en primeros auxilios y maniobras de rescate oportunas puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte en situaciones de inmersión. Organizaciones de salud y seguridad instan a que se realicen campañas de información que promuevan el aprendizaje de estas técnicas vitales en escuelas y comunidades. Además, resaltan la importancia de la conciencia pública sobre el peligro latente que representan espacios acuáticos, incluso aquellos aparentemente seguros como piscinas privadas y playas con supervisión. A medida que el verano intensifica la afluencia a estos lugares, la tarea de prevenir ahogamientos requiere un esfuerzo colectivo y sostenido.
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