La figura de una política catalana ha generado una fuerte controversia en la esfera pública al ser acusada por la oposición de aprovecharse de los actos conmemorativos del 17-A para ganar protagonismo. Este evento, que recuerda los trágicos atentados en Barcelona y Cambrils, ha sido utilizado, según sus críticos, como plataforma para resaltar su perfil político, lo que ha intensificado el debate sobre la ética en la instrumentalización de tragedias para fines personales. La oposición insiste en que este tipo de acciones desvirtúan la solemnidad del aniversario y dividen a la sociedad en un momento que debería ser de unidad y reflexión.
La polémica se acrecienta en un contexto de fragmentación política en Cataluña, donde las tensiones entre diferentes partidos y movimientos sociales son palpables. Mientras algunos defienden las acciones de esta figura como un intento legítimo de visibilizar el dolor y la necesidad de recordar, otros ven en su comportamiento un ejemplo de cómo se priorizan las ambiciones personales sobre el bien común. Este conflicto evidencia las dificultades inherentes en la gestión de la memoria histórica y destaca la necesidad de un debate honesto sobre cómo se deben conmemorar eventos significativos sin que se conviertan en herramienta de división política.
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