El duelo por el suicidio de un ser querido es un proceso doloroso y complejo que a menudo se maneja en soledad, lo que puede agravar su carga emocional. Psicólogos y personas que han experimentado esta pérdida coinciden en que compartir el dolor puede ofrecer un alivio significativo y facilitar la comprensión y aceptación de la situación. Estos grupos de apoyo proporcionan un espacio seguro donde sus miembros pueden expresarse sin ser juzgados, lo que es crucial para el proceso de sanación. Además, escuchar las experiencias de otros que han pasado por lo mismo ofrece una sensación de pertenencia y comprensión que es difícil de encontrar en otros contextos.
Sin embargo, la continuidad de estos grupos de apoyo enfrenta desafíos, como se ejemplifica con el cierre inminente de Afasib, uno de los grupos más activos en Baleares. Esta situación pone de manifiesto la vulnerabilidad y dependencia de estas iniciativas respecto al esfuerzo de particulares, ya que su funcionamiento y sostenibilidad suelen depender de recursos limitados y voluntarios dedicados. La desaparición de Afasib no solo representa una pérdida para quienes en Baleares se beneficiaban de su apoyo, sino que también resalta la importancia de fomentar y fortalecer redes comunitarias que garanticen apoyo a largo plazo para afrontar el duelo por suicidio.
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