La crisis provocada por la reciente DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) ha sido un escenario fértil para la propagación de desinformación, un fenómeno que resuena con fuerza tras eventos similares de este año como los huracanes en Florida y el terremoto en Japón. A través de redes sociales y distintas plataformas digitales, se han multiplicado noticias falsas o exageradas que desvirtúan la realidad y complican las labores de emergencia y la percepción pública. Las autoridades han instado a la población a consultar fuentes oficiales para evitar el pánico y actuar de manera informada durante las contingencias climáticas y geológicas que han azotado diversas regiones del mundo. Esta desinformación no solo dificulta el trabajo de los equipos de rescate y socorro, sino que también genera incertidumbre y desconfianza en la ciudadanía ante situaciones de crisis.
El impacto de la desinformación en contextos de emergencia es cada vez más preocupante, dado el papel preponderante que tienen las redes sociales en la difusión de información en tiempo real. En Florida, Japón y ahora en las áreas afectadas por la DANA, la velocidad con la que se viralizan los contenidos falsos desafía la capacidad de las instituciones para brindar respuestas rápidas y efectivas. Expertos en comunicación y tecnología coinciden en la necesidad de fortalecer estrategias de alfabetización mediática y digital entre la población, así como de desarrollar herramientas tecnológicas que ayuden a identificar y filtrar información inexacta. Mientras tanto, se hace imperativo subrayar la responsabilidad compartida de los ciudadanos, medios de comunicación y plataformas digitales para mitigar el alcance de estos contenidos perniciosos que exacerban la vulnerabilidad en tiempos de catástrofe.
Leer noticia completa en El Mundo.