Las expectativas rodean el regreso mediático de los hermanos Menéndez, cuyo caso sigue captando la atención del público tras casi tres décadas. Lyle y Erik Menéndez, condenados a cadena perpetua en 1996 por el asesinato de sus padres en 1989, comparecerán en la corte de Van Nuys, Los Ángeles, por primera vez desde su sentencia. La audiencia, programada para el lunes 25 de noviembre, ha atraído a multitudes, reflejando el renovado interés en el caso, impulsado en parte por una serie de Netflix. La resurgente atención al juicio se ve impulsada por nuevos argumentos presentados por la defensa, quienes buscan una revisión de la sentencia alegando la aparición de pruebas que podrían cambiar su destino. La expectativa es palpable, con el sistema de lotería implantado para permitir que un reducido grupo de personas obtenga un asiento dentro del tribunal.
Con nuevos testimonios y evidencias sobre abusos supuestamente cometidos por José Menéndez, la defensa de los hermanos Menéndez sostiene que estas pruebas son suficientes para justificar una nueva sentencia que podría conducir a su libertad condicional. Destacan una carta de uno de los hermanos describiendo los abusos y el testimonio de un exintegrante de la banda Menudo que afirma haber sido víctima de Menéndez padre. A medida que se aproxima la vista, prevista inicialmente para el 11 de diciembre, el nuevo fiscal del caso, Nathan Hochman, se enfrenta a la presión de revisar los elementos y tomar una decisión rápida sobre si instará una nueva sentencia. La defensa sostiene que los hermanos, quienes actuaron bajo el supuesto miedo a sus vidas por los abusos sufridos, merecen una revisión justa de su condena, insistiendo en que han mostrado una notable rehabilitación durante su encarcelamiento. La resolución de la vista del lunes podría dictar los siguientes pasos en este largo y complejo capítulo judicial.
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