La ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha señalado que Lamine Yamal, joven futbolista, debe asumir la responsabilidad que conlleva ser un referente entre los jóvenes, tras la controversia surgida por la contratación de personas con enanismo como entretenimiento en su reciente fiesta de cumpleaños. Redondo enfatiza que, como figura pública, su vida privada también está sujeta a escrutinio. Yamal, por su parte, defiende su derecho a disfrutar de su vida personal como desee, planteando un debate sobre la moralidad y la influencia de las estrellas deportivas en la sociedad.
Este debate expone la complejidad de exigir ejemplaridad moral a figuras públicas en su ámbito privado. Mientras que la conducta en el terreno de juego es indiscutiblemente visible y repercute socialmente, las acciones privadas presentan dilemas éticos más intrincados. Se plantea si es justo imponer normas morales estrictas a deportistas jóvenes, quienes a menudo carecen de preparación para asumir roles modeladores y enfrentan expectativas desmesuradas. La diversidad y el pluralismo actuales complican establecer un único estándar moral, sugiriendo que en lugar de exigencias estrictas, sería más efectivo educar y concienciar a los deportistas sobre su influencia social potencial.
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