La inflación en Europa ha dejado de ser la amenaza acuciante que fue a principios de 2023, cuando alcanzó cifras históricas bajo la presión de la invasión rusa de Ucrania y la consecuente crisis energética. Aunque los niveles de inflación no han retornado a los anteriores al conflicto, el 2024 cerró con una moderación significativa, apuntando a un índice del 2,4% en diciembre, según Eurostat. Este porcentaje apenas supera en cuatro décimas el objetivo del Banco Central Europeo (BCE), marcando una clara tendencia de estabilización. El incremento en los precios generales estuvo influido por la terminación de medidas gubernamentales de alivio y el alza en los costos de servicios, que ascendieron un 4% solo en diciembre, siendo el sector de mayor crecimiento en el índice de precios al consumidor (IPC) de la zona euro.
Para 2024, la perspectiva inflacionaria aligeró su carga, con septiembre registrando un mínimo de 1,7%, similar a los niveles visto por última vez en 2021. Esto permitió al BCE reducir el precio oficial del dinero, con los tipos de interés bajando del 4% al 3% en incrementos de un cuarto de punto. Sin embargo, persisten ciertas incógnitas sobre cómo responderá el BCE a la inflación en enero, a pesar de que los mercados anticipan un recorte de medio punto, una medida significativa desde que Fráncfort flexibilizó su política monetaria. Además, el repunte inflacionario en Alemania y el estancamiento económico en la región podrían hacer que el consejo de gobierno del BCE opte por un enfoque más prudente. Instituciones como ING sugieren un manejo cauteloso debido a las persistentes alzas inflacionarias y la subida de la inflación subyacente.
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