Las confiterías, que fueron clausuradas en marzo pasado, enfrentaron un arduo camino en busca de soluciones para su reapertura, sin embargo, los esfuerzos de los propietarios han resultado infructuosos. La situación se agravó debido a complicaciones regulatorias y económicas, que imposibilitaron la recuperación del negocio. A pesar de múltiples reuniones y propuestas ante las autoridades, el consenso sobre un plan viable no se logró, dejando en el limbo a decenas de trabajadores y pequeños empresarios del sector.
La incertidumbre persiste entre los dueños, quienes habían depositado esperanzas en encontrar una salida que les permitiera reabrir sus puertas. La comunidad, que ha seguido de cerca la situación, lamenta esta pérdida cultural y económica. Mientras tanto, las asociaciones comerciales están instando a las autoridades a revisar las políticas vigentes que afectan al sector, con el fin de evitar que situaciones similares se conviertan en una tendencia en el futuro.
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