El diagnóstico previo se ha revelado como el paso esencial para aquellas empresas que buscan establecer un plan de igualdad efectivo. Este proceso es indispensable para asegurar un entorno laboral inclusivo, donde las brechas de desigualdad sean identificadas y corregidas. La complejidad de las desigualdades de género en el trabajo requiere de un análisis detallado que permita comprender con precisión las políticas y prácticas que pueden estar afectando a los empleados de manera diferencial.
El diagnóstico previo no es simplemente una formalidad; es un análisis exhaustivo que tiene por objetivo visibilizar desigualdades existentes en aspectos como las oportunidades de promoción, la segregación de roles y las diferencias salariales. En esencia, se trata de recolectar y analizar datos tanto cuantitativos como cualitativos de la organización para poner en evidencia las barreras que aún afectan a las mujeres en el ámbito laboral.
La recopilación de datos es, sin lugar a dudas, la piedra angular de este diagnóstico. Necesita incluir información sobre la composición del personal, los métodos de contratación, los sistemas de promoción y las condiciones laborales, siempre bajo una perspectiva de género. Además, es fundamental realizar una auditoría retributiva para detectar cualquier posible disparidad salarial, conforme a la normativa vigente en materia de igualdad retributiva.
Para que el diagnóstico sea exitoso, es necesario seguir un proceso meticuloso de planificación y ejecución. Todo empieza con la creación de un equipo encargado de llevar a cabo el diagnóstico, que se encargará de diseñar las herramientas de recopilación de datos y comunicar a toda la plantilla el inicio del proceso para incentivar su participación. Una vez recolectada la información necesaria, se procede a su análisis en busca de posibles desigualdades de género, ya sea en la distribución de roles, en las oportunidades de ascenso o en las retribuciones económicas.
El siguiente paso es la elaboración de un informe de diagnóstico que, más allá de documentar los resultados y los problemas detectados, proponga recomendaciones específicas para resolver esas desigualdades. De esta manera, el informe es el fundamento sobre el cual se construye el plan de igualdad. Por último, los resultados deben comunicarse a todos los niveles de la organización, promoviendo así la transparencia y el compromiso de la empresa con la igualdad.
Las empresas están obligadas por ley a elaborar un plan de igualdad bajo ciertos supuestos, como el tamaño de su plantilla, los convenios colectivos aplicables o determinados procedimientos sancionadores impuestos por las autoridades laborales. Esta obligatoriedad se extiende también a las sociedades cooperativas con trabajadores por cuenta ajena.
En resumen, el diagnóstico previo ofrece una base sólida para la formulación de un plan de igualdad adecuado y específico para cada organización. Invertir en este análisis preliminar no solo promueve la justicia social, sino que también mejora la competitividad y reputación de la empresa en un entorno empresarial cada vez más enfocado en la igualdad de género como un valor esencial.