Kamala Harris, actual vicepresidenta de Estados Unidos y candidata demócrata para la presidencia, se encuentra a escasos 32 días de las elecciones del 5 de noviembre liderando por un margen reducido de 2,2 puntos porcentuales en las encuestas nacionales frente a su rival republicano, Donald Trump. Sin embargo, esta ventaja podría no ser suficiente en el decisivo sistema del Colegio Electoral, que favorece a Trump con 281 votos frente a los 257 de Harris. La campaña de Harris ha intentado captar la atención en los estados indecisos clave, como Arizona, Georgia y Pensilvania, argumentando que necesita una ventaja más sustancial, al menos de un 3% a 4%, para asegurar la Casa Blanca, dada la historia reciente de 2016 cuando Hillary Clinton perdió a pesar de ganar el voto popular.
En remembranza de las elecciones de 2016, cuando Trump ganó a pesar de las expectativas y las predicciones de las encuestas favorables a Hillary Clinton, el sector demócrata teme una repetición de aquel escenario. Durante aquella contienda, Clinton obtuvo más votos populares, pero fue Trump quién se aseguró la presidencia al triunfar en estados clave como Pensilvania, Wisconsin y Michigan. Ahora, Harris enfrenta un desafío similar al tratar de consolidar su posición en estos territorios históricamente volátiles. Sus esfuerzos publicitarios en los estados indecisos tienen como objetivo conectar con los votantes desencantados por Trump y asegurar el respaldo necesario para una victoria electoral definitiva, aún cuando parte de su enfoque gubernamental sigue siendo cuestionado entre votantes que buscan soluciones concretas respecto a empleo y economía.
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