En 2002, la política francesa vivió un momento histórico cuando Jean-Marie Le Pen, fundador del entonces Frente Nacional, logró pasar a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, sorprendiendo tanto a sus adversarios como a la sociedad francesa. Este acontecimiento sacudió el panorama político del país, evidenciando el avance de la extrema derecha en Francia. La campaña de Le Pen se centró en temas de inmigración y seguridad, lo que resonó con una parte significativa del electorado, aunque también generó un fuerte rechazo en amplios sectores que se movilizaron en su contra. Su llegada a la segunda vuelta motivó una masiva participación ciudadana que culminó en la reelección de Jacques Chirac, quien obtuvo un abrumador apoyo frente a Le Pen.
La influencia de Jean-Marie Le Pen en la política francesa se mantuvo más allá de sus propias contiendas electorales, siendo su legado un factor crucial en el ascenso de su hija, Marine Le Pen, como líder de la Agrupación Nacional. Bajo el liderazgo de Marine, el partido ha buscado moderar su imagen, manteniendo su énfasis en temas nacionalistas y de control migratorio, pero con un enfoque más renovado. Esta transformación ha permitido al partido consolidarse como una de las principales fuerzas políticas en Francia, acentuando la polarización en el seno del país. El impacto de la sorprendente segunda vuelta alcanzada por Jean-Marie en 2002 continúa siendo un referente para entender el actual panorama político francés y la resiliencia de las ideas de la extrema derecha en Europa.
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