El pasado martes se conoció rápidamente que Donald Trump sería presidente de Estados Unidos por un nuevo periodo de cuatro años. No obstante, la asignación del control de la Cámara de Representantes permanece en suspenso, una semana después de las elecciones. Quedan por determinar 16 escaños, con algunos condados apenas habiendo contado el 60% de sus papeletas. En un Congreso compuesto por 435 escaños, el partido que alcance 218 tendrá el control. Actualmente, los republicanos llevan ventaja con 214 escaños frente a 205 de los demócratas, pero el proceso sigue en curso, especialmente en estados como California, Maine y Alaska, prolongando la incertidumbre.
En California, las particularidades del proceso de votación y recuento han sido objeto de escrutinio. El estado permite el voto por correo a gran escala, lo que implica un paso adicional de verificación de firmas, ralentizando el conteo. Además, cuenta los votos provisionales y aquellos que llegan por correo hasta una semana después del día de las elecciones, un factor que evita conocer rápidamente los resultados definitivos. El prolongado proceso ha sido criticado y utilizado por ambos partidos para sembrar sospechas de fraudes, aunque sin pruebas concluyentes. La situación refleja cómo los procedimientos electorales de California, diseñados para garantizar exactitud y plena participación, también alimentan la polémica y la desinformación en el actual contexto político estadounidense.
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