Una docena de presos, relacionados con antiguos militantes de ETA, han protagonizado un fuerte rechazo en contra del ex jefe de la organización y seis dirigentes ‘abertzales’. Estos últimos decidieron asumir su culpabilidad en los polémicos ‘ongi etorris’ —ceremonias de bienvenida a ex presos de ETA— como parte de un acuerdo judicial para eludir condenas de cárcel. La postura ha generado descontento entre los internos, quienes consideran que esta aceptación traiciona los principios que defendieron en el pasado. Este incidente resalta las tensiones internas y el desacuerdo sobre la forma de manejar el legado de la organización dentro del entorno de apoyo a los presos.
El revuelo se produce en un contexto donde las comunidades afectadas todavía lidian con las secuelas del conflicto y sus implicaciones políticas. La actitud conciliadora de los dirigentes no ha sido bien recibida por todos, evidenciando una fractura ideológica sobre cómo avanzar tras el fin de la actividad armada de ETA. El hecho subraya los desafíos de reconciliación en el País Vasco, donde persisten diferencias sobre la interpretación correcta y la gestión del pasado, especialmente en conexión con los actos conmemorativos que algunos ven como una glorificación inaceptable de un período violento.
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