En las convulsas regiones del Sahel, se ha consolidado un explosivo cóctel de actividades ilícitas que amenazan la estabilidad y seguridad en la zona. Este territorio, señalado como un volcán de mafias despiadadas, se ha convertido en el epicentro de redes de trata de personas, narcotráfico yihadista y, más recientemente, la presencia de mercenarios rusos. Las organizaciones criminales, aprovechando la fragilidad institucional y las vastas extensiones difíciles de controlar, han tejido complejas redes que no solo operan en el ámbito del crimen organizado, sino que también establecen vínculos con grupos radicales que buscan expandir su influencia ideológica y territorial en África occidental.
El aumento del poder de estos grupos no solo pone en riesgo a los países directamente afectados, sino que también tiene repercusiones a nivel internacional. Las rutas de narcotráfico que atraviesan estos territorios imponen una amenaza global, mientras que las conexiones con el yihadismo desafían los esfuerzos mundiales para contrarrestar el extremismo violento. La presencia de mercenarios rusos añade una capa de complicación a la situación ya de por sí volátil, pues estos actores actúan con lealtades cambiantes y motivaciones opacas, agravando las tensiones locales y regionales. Frente a este escenario, es crucial que la comunidad internacional redoble sus esfuerzos para abordar de manera conjunta y efectiva las amenazas que emanan de este volcán de ilegalidad y violencia.
Leer noticia completa en El Mundo.
