El estado de salud del Pontífice sigue siendo una preocupación significativa para la comunidad internacional, ya que permanece internado desde el 14 de febrero. Los médicos que lo atienden han optado por mantener «prudente el pronóstico reservado», lo que sugiere que su situación es delicada y se requiere cautela al momento de comunicar cualquier evolución en su estado. Esta decisión de los médicos refleja la importancia de manejar con cuidado la información, considerando la prominente posición del Pontífice y el interés global que genera su salud.
Desde su internación, no se han ofrecido detalles específicos sobre la naturaleza de la dolencia que afecta al líder religioso. Sin embargo, el silencio oficial en torno a su condición ha alimentado la especulación pública, mientras los fieles alrededor del mundo expresan su preocupación y ofrecen oraciones por su pronta recuperación. Las autoridades del Vaticano han pedido respeto y privacidad durante este tiempo, subrayando la importancia de permitir que los equipos médicos ejerzan su labor sin presiones externas.
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