La Moncloa, donde los miembros del Gobierno aseguran que reina la «tranquilidad», está enfocada en recuperar la iniciativa política y establecer el ritmo de la agenda diaria. El Gobierno busca alejarse de las distracciones y consolidar su posición frente a la opinión pública, enfatizando la estabilidad y el control sobre las decisiones estratégicas del país. En un entorno político donde la competencia es feroz, La Moncloa se centra en reforzar sus mensajes y asegurar su influencia mediante un plan diario bien estructurado.
Este enfoque se produce en un momento en que el Ejecutivo pretende desacelerar críticas y preocupaciones externas, fortaleciendo su narrativa de estabilidad. La estrategia viene acompañada de un esfuerzo por destacar logros y proyectos futuros, con el objetivo de dominar el discurso público y evitar que cuestiones no deseadas capten la atención mediática. Con esto, el Gobierno intenta proyectar una imagen de solidez y confianza, buscando recuperar el mando de los temas de interés nacional y asegurar una posición de control ante sus electores.
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