Durante años, Jair Bolsonaro fue considerado el «mito» de la extrema derecha brasileña, aclamado por sus seguidores como el líder que dio voz a los sectores más conservadores del país. Sin embargo, su imagen se ha visto gravemente afectada tras ser declarado culpable de intentar dar un golpe de Estado después de su derrota en las elecciones de 2022. Esto marca un giro dramático en su carrera política, que podría llevarlo a pasar los próximos años en prisión domiciliaria o tras las rejas. A pesar de la condena, sus seguidores más radicales continúan apoyándolo, organizando manifestaciones en varias ciudades para mostrar su lealtad.
Bolsonaro, un antiguo capitán del Ejército y férreo defensor de la dictadura brasileña, construyó su liderazgo en base al apoyo de grupos conservadores, como evangélicos y el agro, fomentando el uso de armas y debilitando políticas medioambientales. Su vínculo con movimientos de extrema derecha a nivel internacional y su afán por forjar lazos con figuras como Donald Trump evidencian su estrategia de mantener una imagen de caudillo. A pesar de su retórica provocativa, que le ha valido críticas, sus seguidores continúan venerándolo, apelando incluso a la «humillación» que él y su familia afirman experimentar en sus nuevas circunstancias, revelando un complejo entramado entre culto a la personalidad y la erosión de su legado.
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