La posibilidad de que un avión pierda el control de todos sus motores en pleno vuelo genera miedo entre los pasajeros, pero la realidad es menos alarmante de lo que parece. Los aviones comerciales están diseñados para soportar condiciones extremas y pueden operar con un solo motor en caso de falla. En situaciones excepcionales donde todos los motores se detienen, las aeronaves pueden planear durante decenas de kilómetros, otorgando a los pilotos un tiempo valioso para tomar decisiones y buscar un aterrizaje seguro. Según el comandante de Airbus A320, Perico Durán de Inclán, aunque ocurren cerca de 150 fallos de motor anualmente en un total de más de 40 millones de vuelos, la probabilidad de que esto resulte en un accidente es bastante baja.
En caso de una pérdida total de propulsión, los aviones cuentan con un sistema de turbina de emergencia que mantiene operativos los sistemas esenciales. Ejemplos históricos, como el vuelo 1549 de US Airways, que aterrizó en el río Hudson tras perder ambos motores, demuestran que el entrenamiento de los pilotos y la ingeniería moderna pueden convertir situaciones críticas en exitosas historias de supervivencia. Las aerolíneas capacitan regularmente a sus tripulaciones para manejar estos escenarios, incorporando procedimientos que incluyen intentos de reinicio de motores y comunicaciones de emergencia, lo que brinda una respuesta estructurada ante cualquier eventualidad.
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