En una reciente declaración, la vicepresidenta ha optado por evitar el uso de términos como «chantaje» y «límites», centrándose en criticar la postura de exigencia absoluta durante las negociaciones políticas. La funcionaria subraya la inconveniencia de un enfoque de «todo o nada», el cual, a su juicio, dificulta alcanzar consensos y avanza en la polarización de la escena política. Esta postura, según algunos analistas, podría reflejar un intento de mantener abiertas las vías de diálogo sin tensar más las relaciones entre las partes involucradas.
El contexto de estas declaraciones está marcado por un ambiente de negociación complicado, en el que diversas fuerzas políticas han estado endureciendo sus posiciones. La vicepresidenta, sin embargo, parece abogar por una mayor flexibilidad y disposición para negociar, argumentando que es esencial para el desarrollo de acuerdos sostenibles que beneficien a la ciudadanía. Este enfoque ha sido recibido con cierta sorpresa por aquellos que esperaban una postura más confrontativa, sugiriendo una estrategia orientada a la conciliación y al entendimiento entre los diferentes actores políticos.
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