La inteligencia emocional, un concepto crucial en la psicología moderna, se centra en la capacidad de reconocer, regular y comprender las emociones propias y ajenas, a diferencia del coeficiente intelectual, que mide habilidades cognitivas tradicionales. Popularizada por Daniel Goleman y fundamentada en estudios de Peter Salovey y John Mayer, esta habilidad se divide en varios componentes: autoconocimiento, autocontrol, automotivación, empatía y habilidades sociales. Estos elementos son esenciales tanto en el ámbito personal como profesional, permitiendo una mayor adaptabilidad y conexión con el entorno social. El término, que tuvo sus primeras menciones en el trabajo de Edward Thorndike en 1920, se consolidó con el libro de Goleman en 1995. La inteligencia emocional puede desarrollarse mediante prácticas de autoconocimiento, atención plena y empatía, afectando positivamente la comunicación y colaboración en diversos contextos.
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