Daniel Sancho, condenado a cadena perpetua, ha sido trasladado de la prisión de Koh Samui a Surat Thani en Tailandia, donde las condiciones son peores. Su familia ha estado haciendo esfuerzos por hacer más llevadera su estancia. Su abuela Noelia, debido a su avanzada edad, no ha podido visitarlo en persona, pero ha mantenido el apoyo enviándole regalos. La madre de Sancho le ha enviado libros en inglés y castellano para ayudarle a pasar el tiempo en reclusión.
En su adaptación a la nueva prisión, Sancho ha hecho amistad con un austriaco, el único otro extranjero con quien comparte celda, permitiéndole mantener conversaciones en inglés. Además, ha encontrado métodos para hacer su vida en prisión más llevadera, dedicando tiempo a la meditación y practicando Muay Thai, un deporte de contacto basado en la defensa personal. Estos pasatiempos le ayudan a sobrellevar las largas jornadas de encarcelamiento.
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