El huracán Helene, que azotó la costa sureste de Estados Unidos el pasado fin de semana, ha dejado al menos 121 muertos y numerosos daños en seis estados, siendo Carolina del Norte el más afectado. La tempestad, que tocó tierra como un huracán de categoría 4, provocó desastres a lo largo de un trayecto que incluyó Florida, Georgia y las Carolinas, causando inundaciones severas y forzando el cierre de centenares de carreteras. Las autoridades continúan con las labores de rescate, aunque alrededor de 600 personas permanecen desaparecidas, aumentando la probabilidad de que el número de víctimas mortales se eleve considerablemente.
Ante esta crisis, el presidente Joe Biden ha enfrentado críticas por su ausencia física en Washington durante el desastre, aunque ha defendido su gestión desde su residencia en Delaware, indicando que estuvo en constante comunicación con los líderes estatales y equipos de seguridad. Kamala Harris, la vicepresidenta y candidata demócrata a la presidencia, interrumpió su campaña electoral para regresar a la capital y mostró su apoyo sobrevolando las zonas afectadas, una acción que evocó controversias similares a las que ocurrieron durante el huracán Katrina en 2005. Biden ha anunciado planes para visitar las áreas devastadas y solicitará al Congreso la aprobación de fondos adicionales para enfrentar la emergencia.
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