La reciente decisión de Estados Unidos de imponer un arancel del 34% a los productos importados desde China ha precipitado una respuesta contundente por parte del país asiático. En un movimiento que subraya las crecientes tensiones comerciales y tecnológicas entre las dos potencias, China ha anunciado la prohibición de exportar siete tierras raras esenciales a EE.UU., afectando a industrias fundamentales como la de semiconductores, automoción eléctrica, almacenamiento digital y energía nuclear.
Este anuncio sigue a semanas de tensión, exacerbadas por el retorno de Donald Trump a la política con agresivas medidas arancelarias. Con el eslogan «Let’s Make America Great Again», el expresidente ha propuesto tarifas generalizadas para impulsar la producción nacional, una estrategia que ha sacudido los mercados financieros globales. Gigantes tecnológicos como Apple, Google y NVIDIA han visto caer su valor en bolsa significativamente, reflejando el nerviosismo ante los posibles impactos económicos.
En respuesta a los nuevos aranceles, China ha vetado la exportación a EE.UU. de elementos críticos como el escandio, itrio, samario, terbio, disprosio, lutecio y gadolinio. Estos minerales son vitales para la producción de imanes en motores de vehículos eléctricos, superconductores, medios de almacenamiento de alta capacidad y reactores nucleares.
Aunque funcionarios chinos ya habían lanzado advertencias sobre posibles restricciones, la subida de aranceles parece haber sido el último impulso para tomar esta decisión. La carga tributaria acumulada de los productos chinos en EE.UU. alcanza ahora el 54%, complicando aún más el panorama para los importadores.
China controla más del 80% de la producción mundial de tierras raras, lo que le otorga una posición de fuerza en esta disputa. Pese a la existencia de reservas en otros lugares, como Australia y EE.UU., la creación de la infraestructura necesaria para gestionar estos recursos es un proceso que no puede acelerarse fácilmente. La escasez de tierras raras provocará probablemente un aumento en los precios de productos tecnológicos y energéticos, aumentando así la volatilidad del mercado global.
Con los aranceles planeados para entrar en vigor el próximo 9 de abril, el tiempo para una posible reconsideración por parte de Washington se agota. Aunque podría haber cambios o demoras en la implementación, todavía no se ha anunciado ninguna medida en esa dirección. China mantiene su posición firme, explorando incluso medidas adicionales como la exigencia de licencias de exportación específicas y declaraciones de uso final para proteger sus intereses.
El enfrentamiento comercial entre las dos mayores economías del mundo está reconfigurando el tablero geopolítico. Los efectos ya se sienten en los mercados financieros, y las multinacionales, especialmente del sector tecnológico, buscan adaptar sus cadenas de suministro para mitigar el impacto.
A medida que las tensiones aumentan, otras regiones, como la Unión Europea e India, podrían acelerar sus políticas industriales para reducir su dependencia de estos materiales críticos. En medio de esta creciente incertidumbre, los analistas advierten que esta escalada puede llevar a una nueva era de fragmentación tecnológica y comercial, poniendo en riesgo la estabilidad económica global. Los próximos días serán decisivos para determinar si el conflicto encuentra una resolución diplomática o si, por el contrario, se intensifica aún más.