En el inicio de la devastadora tragedia, las autoridades se vieron abrumadas por el número alarmante de avisos de personas desaparecidas, que ascendieron a 5,000 en cuestión de horas. Las familias, desesperadas por encontrar a sus seres queridos, saturaron las líneas de emergencia y centros de ayuda, poniendo a prueba la capacidad de respuesta de los equipos de rescate y servicios sociales. Las imágenes de familiares angustiados esperando noticias en los puestos de información se multiplicaron en las redes sociales, aumentando la presión sobre los organismos encargados de la búsqueda y rescate.
Mientras tanto, la coordinación entre las diferentes fuerzas de seguridad y voluntarios se intensificó para establecer un registro preciso de desaparecidos y confirmar su paradero. Equipos de búsqueda peinaban las áreas más afectadas con la esperanza de reducir esta desalentadora cifra. Conforme avanzaban las labores de rescate, algunas familias obtuvieron la ansiada llamada de confirmación de vida de sus allegados, mientras que otras continuaban enfrentando el prolongado pesar de la incertidumbre. Las autoridades hicieron un llamado a la calma, subrayando que todos los esfuerzos seguirían enfocados en localizar y reunir a los desaparecidos con sus familiares lo antes posible.
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