El Sol, la estrella que da vida a nuestra Tierra, algún día agotará su combustible y se convertirá en una gigante roja, destruyendo todo a su paso, incluidos los planetas del sistema solar. Este proceso, que culminará con la transformación del Sol en una enana blanca, ha despertado el interés de científicos que se esfuerzan por entender el destino de los planetas en sistemas similares. Un enigma en este sentido fue una señal de rayos X emitida por la enana blanca en el centro de la Nebulosa de la Hélice, que lleva décadas desafiando a los astrónomos. Recientes estudios han revelado que la causa de esta señal podría estar vinculada a la destrucción de un planeta, cuyos restos habrían sido absorbidos por la intensa gravedad de la estrella moribunda.
La investigación, en colaboración con el Instituto de Astrofísica de Andalucía, ha proporcionado una visión más clara sobre cómo estos fenómenos cósmicos pueden reflejar el destino de sistemas planetarios orbitando estrellas en sus etapas finales de vida. La Nebulosa de la Hélice, situada a 650 años luz de la Tierra, es un ejemplo de cómo una estrella expulsa sus capas exteriores para transformarse en una enana blanca, rodeada de un remanente gaseoso iluminado por la radiación ultravioleta estelar. Este caso ofrece pistas sobre el futuro de planetas similares en otros sistemas, incluyendo posibles eventos de destrucción planetaria que emitan señales de rayos X, como si fueran últimas despedidas desde mundos que han llegado al fin de su existencia en el vasto universo.
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