Un episodio de lluvias torrenciales ocasionado por una DANA (depresión aislada en niveles altos) ha afectado gravemente al sureste de la península ibérica, conforme a los informes preliminares de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), este fenómeno figura entre los tres más intensos de los últimos 100 años y, sin duda, el más severo de este siglo. Pese a que Aemet había emitido varias alertas a partir del 20 de octubre, incluyendo el máximo nivel rojo, las precipitaciones superaron las estimaciones iniciales, registrándose en zonas como entre Utiel y Chiva (Valencia) acumulaciones de hasta 491 litros por metro cuadrado en apenas ocho horas. Se discute si la severidad del fenómeno fue subestimada; no obstante, expertos destacan la complejidad de predecir este tipo de eventos, que involucraban trenes convectivos y una elevada humedad procedente del Mediterráneo.
El episodio ha reavivado el debate sobre la gestión de alertas meteorológicas y la respuesta de Protección Civil, que según algunos especialistas, tardó en emitir la advertencia crítica. Francisco Martín, de la revista RAM, aboga por un sistema de avisos basado en el impacto, similar al estadounidense, mientras que otros llaman a una revisión del protocolo de emergencia, rememorando lecciones del pasado como la catástrofe de Tous. Aunque las predicciones meteorológicas fueron acertadas en términos generales, las anomalías del evento subrayan la necesidad de mejorar la coordinación entre autoridades meteorológicas y de emergencia para abordar los desafíos que plantean fenómenos de tal magnitud, especialmente en un contexto cada vez más agravado por el cambio climático.
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