Este viernes, Nicolás Maduro asumió nuevamente el cargo de presidente de Venezuela tras autoproclamarse vencedor de las controvertidas elecciones del 28 de julio de 2024. La legitimidad de los comicios ha sido fuertemente cuestionada por la oposición y gran parte de la comunidad internacional, luego de que el candidato opositor Edmundo González Urrutia, respaldado por María Corina Machado, denunciara un fraude masivo, asegurando ser el verdadero ganador. El régimen no publicó los datos desglosados de los resultados, limitándose a anunciar que Maduro obtuvo el 51,20% de los votos. Este panorama ha sumido al país en una crisis política aún más profunda, con crecientes protestas ciudadanas y enfrentamientos en Caracas y otras ciudades importantes.
La situación ha captado la atención mundial, con la mayoría de las naciones condenando las acciones de Maduro y solicitando su destitución, calificándolo de dictador. No obstante, un reducido grupo de países ha reconocido su presidencia, mostrando una clara división internacional respecto a la situación venezolana. Entre los que apoyan a Maduro se encuentran Rusia, China, Irán y Cuba, mientras que la gran mayoría, incluyendo potencias occidentales y organismos internacionales, han cuestionado la validez del proceso electoral. Esta polarización refuerza el aislamiento de Venezuela y aumenta la presión para resolver una crisis que parece no tener fin cercano, dejando a la población en una situación cada vez más tensa y desesperada.
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