Carlos Alcaraz, de solo 21 años, enfrentó una situación extrema en la final contra Alexander Zverev. A pesar de las fluctuaciones en su rendimiento, con derechazos y errores, Alcaraz mostró resiliencia. Un punto crítico llegó cuando Zverev falló una bola que parecía fácil. Alcaraz aprovechó la ventaja y, con un revés cortado que exigió a Zverev agacharse, aseguró el juego, demostrando su capacidad para manejar la presión y la tensión de la competencia.
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