En un reciente artículo publicado en Cuadernos Hispanoamericanos, Javier Serena explora la figura de los autores "raros" y su impacto en la evolución de la literatura. Estos escritores, considerados fuera de lo común y a menudo disidentes de las normativas literarias de su tiempo, han sido agrupados históricamente por figuras como Rubén Darío y Pere Gimferrer. Estos autores, al evitar la comodidad de la escritura convencional, traen propuestas innovadoras que desafían y renuevan el tedio de la literatura conocida. Sergio Pitol describía su irrupción como una explosión de entusiasmo en un panorama literario monótono, subrayando la importancia de su singularidad y aportes no convencionales.
Serena sugiere que la persistencia en sus "errores propios" ha permitido a autores como Proust, Kafka, Beckett y Borges trascender su tiempo y convertirse en pilares invisibles de la mejor literatura actual. Esta insistencia en su anomalía, lejos de ser un defecto a corregir, se transforma en un estilo distintivo que revela el origen de la gran literatura. El artículo menciona a John Banville como ejemplo contemporáneo de esta resistencia a renunciar a su peculiaridad hasta alcanzar el texto perfecto. Además, se señala que la novela, considerada un género con un "defecto de fábrica", no ha muerto, sino que sigue reimaginándose a través de la exploración de estos errores, reflejando así la inmortalidad y regeneración perpetua de las formas literarias.
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