Genadi Kostov, un veterano de guerra y conserje en Kiev, refleja el sentir de muchos ucranianos ante la cumbre entre Donald Trump y Vladímir Putin en Alaska. Desde su perspectiva, como muchos otros en Ucrania, ve esta reunión como una amenaza más que como una oportunidad para la paz en la región. Kostov, acostumbrado a vivir bajo la sombra del conflicto, considera que se trata de una negociación «entre dos gilipollas» que no beneficiará a su país. Este sentimiento de desconfianza hacia el encuentro se extiende a través de las redes sociales y los medios ucranianos, que critican duramente el enfoque de Estados Unidos. Las opiniones públicas destacan la falta de resultados concretos y la percepción de que Putin sale fortalecido de la cumbre.
Mientras que el presidente Volodímir Zelenski y su gobierno intentan mantener una postura positiva respecto a las promesas de apoyo estadounidense, la realidad en el terreno pinta un panorama más sombrío. La reducción en el apoyo militar estadounidense ha dejado a Ucrania en una situación precaria, con un déficit de munición crítica frente al ejército ruso. Europa se convierte en el principal proveedor de armamento, superando a Estados Unidos, pero la incertidumbre prevalece. La cumbre, lejos de traer tranquilidad, ha profundizado la desconfianza ucraniana hacia Trump, exacerbada por la percepción de una estrategia de conciliación con Moscú por parte del presidente estadounidense, en detrimento de las aspiraciones de Ucrania de alcanzar un alto el fuego duradero.
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