Cuando todos los ojos estaban puestos en figuras consagradas como Katie Ledecky y León Marchand durante el Mundial de Natación en Singapur, la joven nadadora china Yu Zidi, de apenas 12 años, se robó el protagonismo. Su sorprendente actuación la llevó a casi alcanzar el podio en los 200 metros estilos, quedándose a solo 6 centésimas de un bronce que ya parecía un gran logro para alguien de su edad. Con un tiempo excepcional de 2:06.83 en los campeonatos nacionales previos, Yu demostró que su potencial es inmenso, posicionándose entre las mejores del mundo y desatando el debate sobre su participación, dado que la federación internacional recomienda un límite de edad de 14 años para competir en mundiales.
La historia de Yu Zidi es un claro ejemplo del talento precoz en el deporte, pero también plantea importantes cuestiones éticas y médicas. Su riguroso régimen de entrenamiento incluye nadar 15 kilómetros diarios y sesiones de recuperación avanzadas, lo que genera preocupaciones sobre los efectos en un cuerpo en desarrollo. A pesar de la promesa de su futura carrera, expertos advierten que la presión del alto rendimiento puede llevar a un desgaste prematuro y abandono del deporte. La historia de Yu invita a reflexionar sobre los límites de la competición y el bienestar infantil, mientras su aún no homologada trayectoria ya ha roto récords que desafían a nadadores mayores.
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