En una sesión del Parlamento, la asistencia destacó por la ausencia de la mayoría de los ministros, presentándose únicamente los encargados de responder las preguntas del día: Bustinduy y García. Este hecho puso de manifiesto la necesidad de un compromiso más sólido por parte de los funcionarios para participar en los debates parlamentarios y responder a las inquietudes de los legisladores, convirtiendo la jornada en un momento crucial para sus respectivas áreas. La presencia de solo estos dos ministros generó críticas hacia el ejecutivo por parte de la oposición, que cuestionó la falta de transparencia y la responsabilidad del resto del gabinete.
La participación limitada también reflejó una creciente tensión entre el gobierno y la oposición, que aprovechó la situación para resaltar lo que consideran un déficit democrático en la gestión actual. Durante sus intervenciones, Bustinduy y García se enfrentaron a un interrogatorio riguroso, abordando temas complejos que requieren una respuesta coordinada por parte de todo el gabinete. Esta escena evidenció divisiones internas y dejó cuestiones pendientes sobre la capacidad del gobierno para mantener un diálogo eficaz con las fuerzas políticas, colocando la responsabilidad en los ministros presentes de representar y defender las políticas gubernamentales en solitario.
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