En un momento de tensión internacional, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, se reunieron en Busan, Corea del Sur, marcando la primera reunión cara a cara desde la reelección de Trump. Este encuentro se produjo después de meses de fricciones comerciales que llevaron a un bloqueo comercial entre las dos potencias. Durante la reunión, Trump elogió a Xi con un tono halagador, destacando la importancia de forjar una relación sólida y duradera con China. Xi, por su parte, subrayó la necesidad de mantener el curso correcto en las relaciones bilaterales a pesar de las inevitables diferencias entre las dos economías más grandes del mundo.
La cita fue un esfuerzo por relajar las tensiones que se intensificaron nuevamente en octubre, cuando China implementó controles de exportación sobre tierras raras en respuesta a las iniciativas de Washington que afectaban a empresas chinas. El encuentro, realizado al margen de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Gyeongju, tuvo lugar de manera inusual en el aeropuerto de Busan. Trump esperaba que Xi accediera a retrasar estas restricciones, mientras que China buscaba que Estados Unidos suavizara sus barreras comerciales y tecnológicas. La reunión, precedida por esfuerzos diplomáticos intensos de ambos lados, se desarrolla en un contexto complejo de negociaciones que buscan estabilizar las relaciones.
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