La reciente reconfiguración del Parlamento Europeo tras las elecciones del 9 de junio ha alterado significativamente el balance de poder en Bruselas, marcando una desviación hacia la derecha. Este cambio ha sido señalado por Manfred Weber, eurodiputado alemán y presidente del Partido Popular Europeo (PPE), quien ve en estos resultados la oportunidad de afianzar alianzas con fuerzas ultraconservadoras, trastocando el tradicional equilibrio entre la democracia cristiana y la socialdemocracia. Este giro estratégico ha generado tensiones con los socialistas europeos, quienes esperaban mantener una mayoría europeísta mediante su alianza con los populares, liberales y verdes. Weber, sin embargo, ha explorado alianzas con partidos ultraconservadores, como los de Viktor Orbán y Giorgia Meloni, proponiendo una mayoría alternativa a la habitual gran coalición.
La apuesta de Weber, sin embargo, ha generado controversia y preocupación entre los socialistas, especialmente con la posible victimización política de Teresa Ribera en la Cumbre de la Comisión Europea. Esta maniobra podría ser percibida como una ‘vendetta’ política contra Pedro Sánchez y pone en evidencia el cambio de estrategia del PPE, que ahora considera a los grupos de derecha como compañeros viables, a excepción de partidos como el Frente Nacional de Marine Le Pen o Alternativa para Alemania (AfD). Esta situación crea una presión sobre los socialistas para que acepten un nuevo reparto de poder que incluya estas fuerzas radicales en Bruselas. De fallar esta estrategia, la UE podría enfrentar un periodo de inestabilidad política, afectando tanto a defensores como a críticos de la integración europea.
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