Lyle y Erik Menéndez, condenados a cadena perpetua por el asesinato de sus padres en 1989, podrían estar al borde de la libertad tras más de tres décadas en prisión. El caso ha cobrado nuevo impulso debido a la presentación de pruebas que sugieren que ambos hermanos fueron víctimas de abuso sexual infantil por parte de su padre, José Menéndez. Este giro en los acontecimientos ha sido propiciado en parte por una carta revelada por Erik donde narra los abusos a su tío Andy Cano, y por el testimonio de Roy Rosselló, exmiembro de Menudo, quien también acusa a José Menéndez de abuso. Las pruebas sugieren que, de haberse conocido durante el juicio original, el veredicto podría haber sido diferente, lo que ha generado un debate encendido sobre la culpabilidad y la posible revisión de la sentencia.
El caso, que ha dividido a la opinión pública durante años, ha ganado atención mediática nuevamente gracias a una serie de Netflix que lo ha puesto en el centro del escenario internacional. Con la reciente recomendación del fiscal de distrito de Los Ángeles para revisar la sentencia y el respaldo de ciertos familiares, la decisión ahora recae en el nuevo fiscal Nathan Hochman, quien evaluará el caso antes de que se celebre una audiencia a finales de enero. A pesar del tiempo en prisión, los Menéndez han mantenido un comportamiento ejemplar, involucrándose en programas de rehabilitación y enseñando a otros reclusos. Sin embargo, mientras algunos familiares abogan por su liberación, otros, como Milton Andersen, insisten en que la gravedad del crimen exige que permanezcan tras las rejas. La polarización del caso persiste, y tanto la defensa como los hermanos esperan la posibilidad de ver una sentencia menos severa basada en las nuevas revelaciones.
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