La guerra comercial con Estados Unidos y el escándalo conocido como Pfizergate han colocado a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en el centro de un complejo panorama político. Esta semana, enfrentará una moción de censura en el Parlamento Europeo, impulsada por eurodiputados de extrema derecha. Aunque es poco probable que la moción prospere, refleja el creciente descontento con su liderazgo. Los grupos de centroizquierda y los verdes, aunque no la apoyarán, han criticado la tendencia del Partido Popular Europeo (PPE), al que pertenece Von der Leyen, de aliarse con fuerzas ultras en detrimento de una mayoría proeuropea. Además, el reciente fallo del Tribunal General de la UE sobre la falta de transparencia en las negociaciones con Pfizer ha intensificado la presión.
La moción de censura, aunque no cuenta con el apoyo necesario para prosperar, sirve como un recordatorio del descontento subyacente. Gérman Piperea, el eurodiputado rumano que la impulsa, cuenta con el mínimo de apoyos requeridos para presentarla. Sin embargo, todos los grupos proeuropeos, incluidos los socialdemócratas, liberales y verdes, han expresado su intención de votar en contra. El PPE, liderado por Manfred Weber, está en el centro de las críticas por su supuesta complicidad con la extrema derecha. Von der Leyen, consciente de la tensión, ha prometido trabajar para encontrar soluciones comunes con las fuerzas proeuropeas, señalando su disposición para el diálogo en un contexto político cada vez más fracturado.
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