La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, logró la aprobación de su nuevo equipo de comisarios con un ajustado 51% de los votos en la Eurocámara, lo que corresponde a 370 eurodiputados a favor. A pesar del respaldo, la unidad de los bloques que facilitaron su ascenso en el pasado no fue completa. En particular, el Partido Popular español rompió filas con los populares europeos en desacuerdo con el nombramiento de Teresa Ribera como vicepresidenta ejecutiva. A su vez, algunos socialistas de Francia, Irlanda y Hungría también expresaron su rechazo, sumados a ciertos diputados alemanes, belgas e italianos independientes, lo que refleja las diversas tensiones internas en el Parlamento Europeo.
El liderazgo de Von der Leyen ha enfrentado críticas por su cercanía con el sector ultraderechista, particularmente tras otorgar una vicepresidencia al candidato italiano Raffaele Fitto, vinculado a Giorgia Meloni. Esta decisión ha sido vista con descontento por los socialdemócratas, quienes intentaron minimizar la influencia de Meloni en el nuevo ejecutivo comunitario. A pesar de estos desacuerdos, la conformación del colegio de comisarios sigue el patrón tradicional de repartir los altos cargos entre conservadores, socialdemócratas y liberales, con Von der Leyen asegurando un rol prominente para Italia en la Comisión. Estos movimientos demuestran el complejo equilibrio que la presidenta debe mantener entre diversas fuerzas políticas para sostener su liderazgo en la Unión Europea.
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