En Hungría, la celebración del Día Internacional del Orgullo presenta este año desafíos significativos debido a la prohibición gubernamental liderada por el primer ministro Viktor Orbán. La manifestación, que lleva 30 años celebrándose en Budapest, ha sido vetada bajo una ley que restringe el derecho de reunión, ostensiblemente para proteger a los menores. A pesar de la falta de autorización policial, el alcalde de Budapest, Gergely Karácsony, ha decidido mantener una marcha alternativa, resaltando la importancia de la libertad y el amor. La situación se ha vuelto un desafío político y social, con el apoyo de figuras de la Unión Europea, como la comisaria de Igualdad Hadja Lahbib y el vicepresidente del Parlamento Europeo, Nicolae Ștefanuta, quienes han instado a los húngaros a participar sin temor a represalias.
La prohibición es atribuida a una ley anti-LGTBIQ+ aprobada en 2021, similar a la propuesta por Vladímir Putin en Rusia. Esta normativa ha intensificado la censura sobre temas de diversidad sexual en espacios públicos, lo que ha motivado una sanción de la Comisión Europea y un litigio en el Tribunal de Justicia de la UE. Paralelamente, grupos de extrema derecha, incluidos HVIM y el partido Mi Hazánk, han organizado manifestaciones coincidentes, aprobadas por la policía, aumentando la tensión y el temor entre los organizadores del Orgullo. Representantes internacionales, incluidos políticos españoles como Yolanda Díaz y Ernest Urtasun, han viajado para apoyar el evento, destacando la relevancia de defender los derechos humanos y la libertad de expresión frente a este clima restrictivo en Hungría.
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