El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, realizó su primer viaje al extranjero con rumbo a Panamá, marcando un cambio en la tradicional elección de destinos prioritarios para la diplomacia estadounidense, que históricamente ha favorecido a Asia o Europa. La visita, que también incluye paradas en El Salvador, Guatemala, República Dominicana y Costa Rica, refuerza la estrategia del presidente Donald Trump de centrarse en el continente americano. Uno de los principales objetivos del viaje es abordar la cuestión del Canal de Panamá, una infraestructura clave en el comercio global que fue cedida al país centroamericano hace 25 años. Trump ha expresado su deseo de «recuperar» el control del canal, aunque el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, considera la posibilidad como «imposible». Las declaraciones del mandatario estadounidense son vistas por expertos como un intento de presionar para obtener tarifas más ventajosas o asegurar una cooperación más cercana en temas de migración.
La preocupación de Estados Unidos también se centra en las crecientes inversiones chinas en infraestructuras a lo largo del Pacífico y el Caribe, lo que se percibe como una amenaza a la seguridad regional. Marco Rubio ha señalado que estas inversiones podrían permitirle a China interferir en el funcionamiento del Canal de Panamá, incumpliendo el tratado de neutralidad firmado en 1977 por el expresidente Jimmy Carter. Mientras el presidente panameño rechaza cualquier discusión sobre la propiedad del canal, se contempla la posibilidad de revocar las operaciones a la empresa Hutchison, con sede en Hong Kong, en respuesta a las tensiones actuales. Estados Unidos, principal usuario del canal, considera que la decisión de Carter de transferir el control del mismo a Panamá fue un error estratégico, y busca ahora afianzar su posición en una región cada vez más influyente en el comercio internacional.
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