En la histórica ciudad de Alcalá, los carnavales se celebran con fervor y alegría, una tradición que, como en muchos lugares del mundo, está profundamente enraizada en la cultura y la historia de la región. El carnaval, cuyo término «carne-vale» en italiano sugiere una época donde «se puede comer carne», representa la suspensión temporal de las restricciones impuestas por la iglesia Católica durante la Cuaresma. Este periodo de cuarenta días que precede al Viernes Santo enfatiza la reflexión y la abstinencia, por lo que el carnaval se convierte en una exuberante celebración para disfrutar sin limitaciones antes de iniciar el ayuno.
Alcalá, fiel a su riqueza cultural, ofrece una amplia programación durante estos días festivos, diseñada para deleitar a sus vecinos y visitantes. Desde el viernes de Carnaval hasta el Miércoles de Ceniza, las calles se llenan de música y color con concursos de disfraces, vibrantes bailes y diversas actuaciones, que capturan la esencia de la celebración comunitaria.
El punto culminante de la festividad es el icónico «Entierro de la Sardina», un evento cargado de simbolismo y humor que marca la clausura del carnaval hasta el próximo año. Este rito consiste en un cortejo fúnebre satírico, donde un ataúd de cartón o madera, que simboliza una sardina, es llevado a través de la ciudad. Acompañado por un séquito de plañideras y seguidores disfrazados y llorosos, el cortejo avanza en una pantomima que despide al carnaval con gran teatralidad.
La procesión del Entierro de la Sardina en Alcalá comienza en la emblemática Plaza de Cervantes. Desde allí, recorre la Calle Mayor, atraviesa la calle San Juan y la calle Sandoval y Rojas, para finalmente llegar a la Huerta del Obispo. Este lugar se convierte en el escenario del acto final, donde la sardina y su féretro son quemados y enterrados en un ritual que, aunque ahora se vive con humor, tiene un profundo significado histórico ligado al inicio de la Cuaresma.
Con el humo de la sardina elevándose al atardecer, Alcalá se despide de su carnaval, dejando en sus habitantes y visitantes el eco de risas, música y el compromiso de volver a celebrar con renovado entusiasmo el próximo año.
