La tensión diplomática entre Venezuela y Argentina ha escalado tras la detención del gendarme argentino Nahuel Gallo, acusado por la Fiscalía venezolana de terrorismo. Según informó el fiscal general venezolano, Tarek William Saab, Gallo habría ingresado a Venezuela con la intención de llevar a cabo un plan desestabilizador con respaldo de grupos de ultraderecha internacional, aunque esta versión es categóricamente rechazada por Argentina, que sostiene que el gendarme estaba de vacaciones visitando a su familia. A pesar de las insistencias de la justicia argentina, no se ha precisado aún el paradero de Gallo, lo que ha generado fricciones políticas entre ambos países, exacerbando las declaraciones de las autoridades argentinas que acusan a Caracas de engañar sobre las circunstancias de la captura.
Durante una conferencia en Buenos Aires, los ministros argentinos Patricia Bullrich y Gerardo Werthein desafiaron las acusaciones, calificándolas de fabricadas y destacando que Gallo cumplió con los requisitos migratorios exigidos por Venezuela. Bullrich enfatizó que Gallo es un padre de familia, no un terrorista, y reclamó su regreso inmediato. Las tensiones se intensificaron cuando el ministro venezolano Diosdado Cabello, en su programa de televisión, reiteró las acusaciones, criticando duramente al gobierno argentino. Mientras tanto, organismos internacionales denuncian un patrón de arrestos arbitrarios de extranjeros en Venezuela bajo cargos similares, lo que añade una dimensión preocupante al caso de Gallo, situándolo en un contexto más amplio de represión y persecución política por parte del gobierno de Nicolás Maduro.
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